LA VERDADERA HISTORIA DE GONZALO GUERRERO
Julia Murillo Núñez
Todos conocemos el relato de
la conquista de América, sin duda la que viene en todos los libros de Historia,
aunque esto no significa que sea la única versión que existe o la real. De
hecho, les contaré de “La verdadera historia de Gonzalo Guerrero” (por lo menos
para algunos).
El personaje principal en
esta narración es una persona capaz de romper con su propio pasado, decidido a
cambiar su forma de vida, apegarse a las costumbres de otros y defenderlos como
si fueran su familia; su nombre es
Gonzalo Guerrero.
¿Cómo empieza la aventura?
Toda inicia con un naufragio… La versión de Fray Diego de Landa es que el naufragio se dio de Darién
hacia Santo Domingo pero, Jerónimo de Aguilar (quien es parte de la historia)
afirma lo contrario, fue de Santo Domingo a Darién.
Todo ocurrió por
el año de 1511 cuando los tripulantes de una carabela “auténtico fórmula uno”
empiezan a tener problemas por las aguas traicioneras de un mar (ahora llamado
Caribe) porque el barco tenía un defecto… no resistía mucho a las tormentas.
Son aproximadamente 20 las personas que
naufragan 13 días por las rudas aguas (entre ellos Jerónimo de Aguilar y
nuestro héroe: Gonzalo Guerrero) pero la mitad no logra sobrevivir, mueren de
hambre.
Al llegar a
tierra firme a Yucatán lo primero que
hacen es tratar de
alimentarse, aunque se topan con una cruda realidad, en vez de comer, se
dan cuenta que pueden ser comidos. Han llegado a una isla que ahora tiene por
nombre Isla Mujeres. La gran península estaba repartida por 15 señoríos, cada
uno con un cacique a su cargo, que tenían el poder para matar o perdonar la
vida de sus esclavos; además tenían una práctica muy frecuente: el canibalismo.
De los tripulantes que
quedaban de la carabela, cuatro fueron sacrificados y comidos por la tribu,
dejando a los otros en engorda y como reserva para otra ocasión. En una
oportunidad los prisioneros logran escapar y se pierden en la selva, aunque de
6 ó 7 ya no se supo nada (lo más seguro es que hayan tenido la suerte de
convertirse en alimento para los nativos), únicamente lograron escapar y
salvarse Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero que rápidamente fueron acogidos
por dos caciques distintos.
Aguilar había estudiado para
sacerdote y esto le sirvió para que no lo maltrataran y hasta cierto punto, ser
querido o aceptado por el cacique. Pero, a él no le importaba mucho pues de su
mente no salía la idea de poder regresar a su tierra, con los suyos.
Guerrero tuvo un poco más de
suerte… Es aceptado por una tribu (no precisamente como esclavo) y en muy poco tiempo se casa nada más y nada
menos que con la hija del cacique que le permite subir de rango en la tribu,
sobre todo en el terreno militar. Aunque,
pareciera que para él no era suficiente
para sentirse uno más de la tribu, así que decidió dejarse crecer el cabello al modo maya, tatuó su cuerpo y se
perforó las orejas para llevar zarcillos como los demás. El “nuevo integrante
de la familia” se convirtió en el arma secreta del grupo y ayudó a que de ahí
en adelante obtuvieran la victoria en todos los enfrentamientos con sus
vecinos.
¿El
clímax de la historia? Empieza cuando Guerrero se tiene que enfrentar, ya no
con los otros caciques, sino contra “sus antiguos
compadres, los invasores venidos de más allá de
los
mares...” En 1517 don Francisco Hernández de Córdoba
sale a Yucatán a reclutar más esclavos para explotarlos en la mina (que es un
tipo de canibalismo también y, según dijo el
guasón de Montaigne: “la elección está entre quienes matan a la gente para comérsela o se la van comiendo viva hasta que se
muere...”). Hernández de Córdoba en un principio
es bien recibido por los indios pero después ya no tanto, así que se da un enfrentamiento entre ambos
grupos y don Francisco tiene que salir huyendo herido con los pocos hombres que
le quedan, muriendo en Cuba por las heridas que sufrió en el combate.
Hernán Cortés ¿Dónde queda?
En 1519 sale a Yucatán desde Cuba con 500 hombres y algunos caballos; “así empezaba la toma de Tenochtitlán, el final del imperio azteca representado por
Moctezuma y la historia moderna de ese gran país deslumbrante
y dramático que
primero se llamó Nueva España y
ahora se llama México”. Cuando Hernán tiene contacto con el
grupo opositor rápidamente se da cuenta que en esas tierras ya hay españoles
viviendo ahí. Por lo tanto, se da a la tarea de escribir una carta a sus
compatriotas (que están en otras tierras)
para invitarlos a unirse a la batalla; al no obtener respuesta decide dar marcha atrás a sus
planes regresando de donde vinieron pero su barco tiene problemas para navegar
y tiene que regresar a tierras yucatecas. Este hecho le permite a Jerónimo de
Aguilar unirse a los hombres que llevan su misma sangre. Algunos cronistas
afirman que Aguilar invita a Gonzalo Guerrero a salir de esas tierras donde
obtiene la siguiente respuesta: “Hermano Aguilar: yo soy casado
y tengo tres hijos, y tiénen-me aquí por cacique y capitán cuando hay guerras;
idos con Dios, que yo tengo labrada la cara y horadadas las orejas. ¡Qué
dirán de mí desde
que
me
vean esos españoles ir de esta manera! Y ya veis
estos mis hijitos cuan bonicos son. Por vida vuestra que me deis de esas cuentas verdes que traéis y diré a mis hermanos que me las envían de mi tierra”; Jerónimo le dice que no hay ningún
problema, puede llevar consigo a su esposa e hijos pero Guerrero decide
quedarse en lo que ahora es México.
Hernán Cortés y Jerónimo de Aguilar parten a Tabasco donde son
bien recibidos y le hacen un regalo muy especial a Cortés, una india con una
inteligencia superior a cualquiera, llamada Malinche, que pronto es conocida
como doña Marina. La Malinche y Jerónimo hicieron una mancuerna perfecta de
intérpretes, lo que significó para Hernán la victoria y la derrota para sus
oponentes. Pero ¿Cómo lo logró? Con todo su grupo, se dirige hacia el centro
del continente, no sin antes convencer a toda su gente que Guerrero era un
traidor. Aun así, Gonzalo Guerrero continúa teniendo victorias por los
próximos seis años. Hasta que en 1527,
Francisco de Montejo arriba a tierras cercanas a Tulum, por enfermedades y
hambre su tropa empieza a hacerse más pequeña, lo que lo lleva a decidir dividirse en dos pequeñísimos grupos, uno dirigido por él y el otro por
Alonso Dávila. Montejo invita a Guerrero por medio de una carta a unirse con
ellos etiquetándolo de “hermano e amigo especial”. La respuesta vuelve a ser negativa
contestándole: “Señor, yo beso las manos de vuesa merced; e como soy esclavo,
no tengo libertad, aunque soy casado e tengo mujer e hijos e me acuerdo de Dios; e vos, señor, e los españoles
tenéis
buen amigo en mí...”
pronto Guerrero logra engañar a sus dos oponentes haciéndoles desistir al
enfrentamiento. Por azahares del destino Dávila se da cuenta de la trampa en la
que han caído y se prepara para la nueva batalla.
¿El desenlace? En 1526 muere en enfrentamiento un hombre con
características españolas pero con pelo largo, desnudo, tatuado, con toda la
apariencia de nativo: era Gonzalo Guerrero. A partir de ahí, de su esposa e
hijos no se encuentra registro alguno, aunque se sabe que siguieron con vida.
Es como termina la historia de un hombre valiente que tal vez se
sabía poco o nada, pero que sí existió y tuvo mucho que ver con lo que ahora es
Hispanoamérica.
25- 05-12