Hacia fines de la Edad Media, las velas de los navíos se
confeccionaban con una tela fuerte y resistente que se fabricaba en la ciudad
francesa de Olonne, cerca de Nantes y sobre la costa del golfo de Vizcaya.
Por esa razón, tal tela se llamó inicialmente en
español olona, como figura en el Diccionario latino-español, de Antonio de
Nebrija, pero en el Diccionario español-inglés, de Stevens (1706), ya aparece
con su forma actual lona, definida como 'tela de navegar'.
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