Ojalá y pronto podamos coincidir. Felices vacaciones.
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viernes, 3 de mayo de 2013

Cuento de Alejandra


EL DESEO DE ESCUCHAR LA PALABRA AMOR
Cuenta la historia que hace muchos años una niñita vivía en una pequeña casa de maderos cercada con cartones que fungían  como paredes, tenía por piso solo el suelo de tierra que se convertía en una excelente alberca en tiempos de lluvias y de la cual debían sacar las almohadas rebosantes de agua al amanecer .   A la edad de siete años, kailash quien tenía cabellos rizados y hermosos ojos grandes y negros, disfrutaba de una infancia llena de fantasía y diversión, corría por los patios y las calles de su alrededor, nada le hacía falta hasta entonces, tenía a sus dos padres: su madre quien trabajaba de día acomodando tomates en jabas y quien hacía de las noches días para satisfacer las necesidades tanto suyas como las de sus cinco hijos de los cuales kailash era la menor; y por si fuera poco para cuidar de su esposo quien solía pasar sus días escondiendo sus desgracias tras el alcohol.  Los días pasaban y la inocencia de kailash se hacía menos evidente. Ya podía distinguir los actos de amor y violencia que observaba a su alrededor. Un día ya muy entrada la noche mientras todos dormían en la tranquilidad de esas cuatro paredes de cartón se escucharon  pasos medio  toscos  y torcidos que golpeaban el suelo y balbuceos que acompañados por los aullidos de los perros aterrorizados por las sombras de la noche   formaban una sinfonía de  terror;  era el  padre de la pequeña embriagado de dolor como solía verse frecuentemente ; su madre quien cansada del trabajo acaba de terminar las faenas de la casa y quien apenas se recostaría unos minutos, despertó excitada por aquel espectáculo  de balbuceos   y ruidos  provocados por el señor de la casa. Al verle llegar, la madre, ofreció al padre de kailash un buen plato servido con comida que había ella preparado con anterioridad para satisfacer el hambre de sus hijos. Este al ver servido el plato sobre aquella pequeña mesa de cartera de fierro sin más preámbulo y tomando  su brazo buena altura, lo dejó caer sobre la mesa y resbalándolo sobre esta lo aventó hasta donde sus fuerzas se lo permitieron. Fue tal el estruendo de pedazos de cristal  caídos al poco piso de cemento que tenía la casa que  provocó una extraña sensación de nervios y desconcierto en la pequeña niña, no sabía qué sucedía pero era evidente que su corazón sentía miedo, terror de empezar a escuchar aquellos gritos que de su madre salían y se preguntaba por qué hasta ahora podía sentir eso, por qué no antes si su padre lo había hecho ya en tan repetidas ocasiones.  La noche entonces se tornó negra, entre llantos, gritos y esfuerzos por separar a su madre de aquella fuerza brutal, kailash se dio cuenta que ella sola no lo podía lograr;  así que llamó a su hermano, único hombre varón quien se había prometido jamás permitir que aquellas manos bestias volvieran a tocar a su noble madre y este aventó con todas sus fuerzas el cuerpo de su padre que se asemejaba  a las olas del mar en un verdadero vaivén extremadamente repetido, por lo que no le fue difícil deshacerse de él. ¡Jamás la vuelvas a tocar! - mencionó su hermano -y por arte de magia, por la fuerza, firmeza y seguridad de sus pocas palabras,  el padre de kailash se dejó caer al suelo llorando por su insensatez. Pero jamás pidió perdón, jamás dijo lo siento, mucho menor decir a sus hijos y esposa que los amaba –quizá porque él daba por hecho que ya lo sabían- y la pequeña kailash estaba deseosa de escucharlo decir  aunque sea por una sola vez que la amaba, pero al parecer esto debía esperar quien sabe cuánto tiempo más. Una vez que todo hubo vuelto a la normalidad, cada quien tomó su lugar en las camas de cartón y se fueron a descansar.
Al día siguiente todos habrían de hacer como si nada hubiera pasado y continuar su vida como de costumbre. Kailash jugaba con su padre y con su pequeña mascota, los tres bailaban al ritmo de la música que les facilitaba una pequeña y vieja grabadora. He de mencionar que kailash había estado a punto de morir cuando apenas era una bebe de meses de vida, por lo que su padre había ofrecido como sacrificio llevarla cada año a una reunión de adoración en honor a un santo de los tantos existidos dentro de las paredes de la catedral, pues según él, este había sido quien le salvó la vida a su pequeña nena y era a ella a quien él amaba dentro de su corazón más que a los demás, pero no se atrevía a hacer evidentes sus sentimientos hacia la pequeña.
El tiempo pasó y kailash creció, debió abandonar a sus padres para ir en busca de un futuro mejor, estudiar y llegar a tener una buena profesión.  Un día mientras se acercaba el día en que hacemos de todas las madres el centro de atención, kailash quien ya no era una pequeña sino una bella señorita un poco más acostumbrada a la vida en la ciudad decidió ir en busca de un regalo para mamá y con ese motivo esforzarse por lograr que su padre dijera aquello que por tantos años ella había deseado escuchar. Compró su detalle especial y se dispuso a viajar varias horas para regresar a aquel lugar en donde hubiera vivido tantas experiencias significativas. Cuando hubo llegado a la casa, y no encontrándose nadie preparó el momento ideal y al ver a su madre llegar puso una música tierna que reflejaba todo el agradecimiento que por ella sintiera, entregó a su madre el presente y pidió acompañarse de su padre para decirle unas bellas palabras a aquella maravillosa mujer. Estoy agradecida dijo, por todo lo bello que me has dado y quiero decirte que te amo, que aunque nadie me haya enseñado a decirlo esa palabra siempre estará en mi corazón dispuesta para ti y dirigiéndose a su padre dijo: ¿acaso no es una bendición tenerla aún aquí? Por qué entonces no hemos de decirle cuánto la amamos y lo que es mejor aún decirnos todos cuánto nos amamos. El silencio se hizo muy evidente y al no soportarlo más lágrimas de los ojos de su padre empezaron a rodar, lagrimas que poco a poco y de manera silenciosa  fueron enjuagando sus mejillas para pasar a una tremenda tormenta y entre llantos y sollozos por fin se le oyó decir aquello que tanto ella había anhelado escuchar, aquello que por tanto años deseo que le hiciera feliz, -TE AMO- dijo su padre con voz entrecortada  -Y AMO A TU MADRE- comentó de nuevo, pero no sé cómo expresarlo. Su llanto entonces se encendió como una llamarada alimentada por muchas hojas secas, pero su apagón fue como el de aquella misma llamarada cubierta por una grandísima ola de mar, ni siquiera brasas humeantes dejó.  No hay más que decir –comentó kailash- me has hecho el ser más feliz  y ahora sé que me amas y que jamás dejarás de decirlo. Desde entonces kailash es feliz porque para su padre es más fácil decir te amo y porque éste decidió no hacer como si las personas que le rodeaban supieran que él los amaba; sino que creyó necesario decirles cuanto les apreciaba. Ahora la pequeña ha rebosado su corazón de alegría por su persistencia en las cosas bellas de la vida. 

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