EL DESEO DE
ESCUCHAR LA PALABRA AMOR
Cuenta
la historia que hace muchos años una niñita vivía en una pequeña casa de
maderos cercada con cartones que fungían
como paredes, tenía por piso solo el suelo de tierra que se convertía en
una excelente alberca en tiempos de lluvias y de la cual debían sacar las
almohadas rebosantes de agua al amanecer . A la edad de siete años, kailash quien tenía
cabellos rizados y hermosos ojos grandes y negros, disfrutaba de una infancia
llena de fantasía y diversión, corría por los patios y las calles de su alrededor,
nada le hacía falta hasta entonces, tenía a sus dos padres: su madre quien
trabajaba de día acomodando tomates en jabas y quien hacía de las noches días
para satisfacer las necesidades tanto suyas como las de sus cinco hijos de los
cuales kailash era la menor; y por si fuera poco para cuidar de su esposo quien
solía pasar sus días escondiendo sus desgracias tras el alcohol. Los días pasaban y la inocencia de kailash se
hacía menos evidente. Ya podía distinguir los actos de amor y violencia que
observaba a su alrededor. Un día ya muy entrada la noche mientras todos dormían
en la tranquilidad de esas cuatro paredes de cartón se escucharon pasos medio
toscos y torcidos que golpeaban
el suelo y balbuceos que acompañados por los aullidos de los perros
aterrorizados por las sombras de la noche
formaban una sinfonía de terror; era el padre de la pequeña embriagado de dolor como
solía verse frecuentemente ; su madre quien cansada del trabajo acaba de
terminar las faenas de la casa y quien apenas se recostaría unos minutos,
despertó excitada por aquel espectáculo de balbuceos
y ruidos provocados por el señor de la casa. Al verle
llegar, la madre, ofreció al padre de kailash un buen plato servido con comida
que había ella preparado con anterioridad para satisfacer el hambre de sus
hijos. Este al ver servido el plato sobre aquella pequeña mesa de cartera de
fierro sin más preámbulo y tomando su
brazo buena altura, lo dejó caer sobre la mesa y resbalándolo sobre esta lo
aventó hasta donde sus fuerzas se lo permitieron. Fue tal el estruendo de
pedazos de cristal caídos al poco piso
de cemento que tenía la casa que provocó
una extraña sensación de nervios y desconcierto en la pequeña niña, no sabía
qué sucedía pero era evidente que su corazón sentía miedo, terror de empezar a
escuchar aquellos gritos que de su madre salían y se preguntaba por qué hasta
ahora podía sentir eso, por qué no antes si su padre lo había hecho ya en tan
repetidas ocasiones. La noche entonces
se tornó negra, entre llantos, gritos y esfuerzos por separar a su madre de
aquella fuerza brutal, kailash se dio cuenta que ella sola no lo podía
lograr; así que llamó a su hermano,
único hombre varón quien se había prometido jamás permitir que aquellas manos
bestias volvieran a tocar a su noble madre y este aventó con todas sus fuerzas
el cuerpo de su padre que se asemejaba a
las olas del mar en un verdadero vaivén extremadamente repetido, por lo que no
le fue difícil deshacerse de él. ¡Jamás la vuelvas a tocar! - mencionó su
hermano -y por arte de magia, por la fuerza, firmeza y seguridad de sus pocas
palabras, el padre de kailash se dejó
caer al suelo llorando por su insensatez. Pero jamás pidió perdón, jamás dijo
lo siento, mucho menor decir a sus hijos y esposa que los amaba –quizá porque
él daba por hecho que ya lo sabían- y la pequeña kailash estaba deseosa de
escucharlo decir aunque sea por una sola
vez que la amaba, pero al parecer esto debía esperar quien sabe cuánto tiempo
más. Una vez que todo hubo vuelto a la normalidad, cada quien tomó su lugar en
las camas de cartón y se fueron a descansar.
Al
día siguiente todos habrían de hacer como si nada hubiera pasado y continuar su
vida como de costumbre. Kailash jugaba con su padre y con su pequeña mascota,
los tres bailaban al ritmo de la música que les facilitaba una pequeña y vieja
grabadora. He de mencionar que kailash había estado a punto de morir cuando
apenas era una bebe de meses de vida, por lo que su padre había ofrecido como
sacrificio llevarla cada año a una reunión de adoración en honor a un santo de
los tantos existidos dentro de las paredes de la catedral, pues según él, este había
sido quien le salvó la vida a su pequeña nena y era a ella a quien él amaba
dentro de su corazón más que a los demás, pero no se atrevía a hacer evidentes
sus sentimientos hacia la pequeña.
El
tiempo pasó y kailash creció, debió abandonar a sus padres para ir en busca de
un futuro mejor, estudiar y llegar a tener una buena profesión. Un día mientras se acercaba el día en que
hacemos de todas las madres el centro de atención, kailash quien ya no era una
pequeña sino una bella señorita un poco más acostumbrada a la vida en la ciudad
decidió ir en busca de un regalo para mamá y con ese motivo esforzarse por
lograr que su padre dijera aquello que por tantos años ella había deseado
escuchar. Compró su detalle especial y se dispuso a viajar varias horas para
regresar a aquel lugar en donde hubiera vivido tantas experiencias
significativas. Cuando hubo llegado a la casa, y no encontrándose nadie preparó
el momento ideal y al ver a su madre llegar puso una música tierna que
reflejaba todo el agradecimiento que por ella sintiera, entregó a su madre el
presente y pidió acompañarse de su padre para decirle unas bellas palabras a
aquella maravillosa mujer. Estoy agradecida dijo, por todo lo bello que me has
dado y quiero decirte que te amo, que aunque nadie me haya enseñado a decirlo
esa palabra siempre estará en mi corazón dispuesta para ti y dirigiéndose a su
padre dijo: ¿acaso no es una bendición tenerla aún aquí? Por qué entonces no
hemos de decirle cuánto la amamos y lo que es mejor aún decirnos todos cuánto nos
amamos. El silencio se hizo muy evidente y al no soportarlo más lágrimas de los
ojos de su padre empezaron a rodar, lagrimas que poco a poco y de manera
silenciosa fueron enjuagando sus
mejillas para pasar a una tremenda tormenta y entre llantos y sollozos por fin
se le oyó decir aquello que tanto ella había anhelado escuchar, aquello que por
tanto años deseo que le hiciera feliz, -TE AMO- dijo su padre con voz
entrecortada -Y AMO A TU MADRE- comentó
de nuevo, pero no sé cómo expresarlo. Su llanto entonces se encendió como una
llamarada alimentada por muchas hojas secas, pero su apagón fue como el de
aquella misma llamarada cubierta por una grandísima ola de mar, ni siquiera
brasas humeantes dejó. No hay más que
decir –comentó kailash- me has hecho el ser más feliz y ahora sé que me amas y que jamás dejarás de
decirlo. Desde entonces kailash es feliz porque para su padre es más fácil
decir te amo y porque éste decidió no hacer como si las personas que le
rodeaban supieran que él los amaba; sino que creyó necesario decirles cuanto
les apreciaba. Ahora la pequeña ha rebosado su corazón de alegría por su
persistencia en las cosas bellas de la vida.
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